Desde niño siempre he estado solo con mi mamá y mis hermanos. Vivimos en un pequeño terreno que es de mi abuela, pero nunca se sabe si nos tendremos que ir a buscar otro sitio donde vivir. Mi casa es de madera, tiene el techo un poco podrido, pero le ponemos por encima algunos palos para que no se vuelen los plásticos y las planchas de zinc que lo cubren. Mi mamá trabaja limpiando casas, en construcción o lavando ropa, y mi hermano limpia carros los fines de semana.

Hace años, recuerdo que vivíamos de lo que podíamos vender, yo acompañaba a mi mamá y a mi hermano a las calles donde vendían caramelos. Fue ahí donde nos encontró el educador y luego de conversar con mi mamá nos invitó a ser parte de la Fundación. En ese tiempo yo era muy pequeño, pero pude ver cómo mi hermano iba a los entrenamientos de fútbol y al refuerzo escolar, y poco a poco fue dejando el trabajo de vendedor ambulante.

Nuestra situación siempre fue difícil. Mi mamá nunca ha tenido un trabajo estable, pero gracias a que vamos al Proyecto Salesiano, yo no he tenido que salir a trabajar. Aquí nos dan el almuerzo y el refuerzo escolar, también nos dan los útiles escolares, talleres de ciudadanía y los entrenamientos deportivos. Cuando estudio aquí me siento mejor, porque hago muy bien los deberes y siempre los educadores están pendientes de mí.

Si la Fundación no nos hubiera encontrado no sé qué nos hubiera pasado. Tengo muchos familiares que han crecido en las calles y han encontrado vicios como la droga, sus vidas han corrido muchos riesgos y peligros, viven en mendicidad y se han vuelto violentos. Mi mamá nunca quiso que eso nos pase a nosotros, y por eso hace todo lo posible para conseguir algo de dinero con cualquier trabajo que le salga.

Ahora me siento acompañado y conozco mis derechos, sé que soy muy pequeño como para trabajar y que mi deber es aprovechar la oportunidad que tengo de estudiar para poder salir adelante. Creo que el derecho más importante es la libertad, porque todos los niños se merecen ser libres y no estar trabajando para otros.

Agradezco a todos quienes hicieron posible la ayuda que nos ha llegado a mi familia y les invito a que sigan ayudando a más niños y niñas como yo, para que sigan estudiando y cumpliendo sus sueños. ¡Gracias y hasta pronto!